Fecha de publicación: Lunes 2 de abril/ 2012
Semana Santa, tiempo para fortalecer la fe y hacer cambios positivos
No se trata sólo de asistir a las prosesiones, sino también de tomar nuevas pautas para hacer cambios que mejoren nuestra vida.
Acaba de pasar el Domingo de Ramos. Muchos asistieron con la fe necesaria para participar activamente de la prosesión, pero... ¿Será ese el único día u otro día de Semana Santa para la reconciliación, el perdón o el diálogo?
No se trata de perder la credibilidad y la fe que tenemos hacia los misterios de Jesús. Lo que quiero decir es que este tiempo de la Semana Mayor sea lo suficientemente aprovechado para hacer una conversión, una transformmación en nuestras vidas.
un tiempo de recogimiento y reflexión que bien aprovechado nos puede dar un nuevo impulso para seguir avanzando confiados y seguros, cumpliendo con nuestros propósitos personales y colectivos por hacer del mundo un lugar mejor y del corazón de los seres humanos verdaderos santuarios de paz y entrega al prójimo.
Ojalá que llegado el último domingo de la semana nos sintamos renovados y con ganas de ser protagonistas del cambio no solo en nosotros mismos sino en nuestra sociedad tan necesitada de obras buenas.
Que el cambio sea durante toda nuestra existencia, porque si no lo es así, el impacto no se verá reflejado.
Busque soluciones a sus problemas, no se atormente por ellos
No piense que usted es la única persona que afronta problemas; tampoco crea que el universo siempre hace todo lo posible para que sus planes jamás lleguen a feliz término. ¡Eso jamás ocurre! Pásele lo que le pase, la fe es la mejor arma que tiene para enfrentar sus adversidades.

Más allá de las contrariedades, de los dolores de cabeza, de las enfermedades o incluso del mismo aburrimiento que tenga, la hora más larga no dura más de sesenta minutos.
La anterior parece una reflexión “simple”, pero tiene mucho sentido.
¿Por qué?
Porque por más asfixiante que sea el problema, todo tiene su tiempo y jamás durará más ni menos de lo que corresponde.
Es cierto que todos, en alguna ocasión, nos encontramos con angustias que no podemos resolver de una; pero no por eso nos vamos a echar a morir.
¿Qué hacer?
¿Darnos cabezazos contra la pared? Eso sería absurdo, entre otras cosas porque el muro no se moverá y, en cambio, sí resultaremos descalabrados.
Ha de saber que cuanto más grande es el caos, más cerca está la solución; así no la veamos.
Antes de enfrentar los ‘problemas’, la persona debería dar tres vueltas por su propia casa, por el barrio o incluso por aquellos sitios que le llenan de paz tales como: un templo, una zona campestre, un jardín, en fin... Esto le ayudará a sentirse con más calma y le permitirá repensar el problema para buscar una solución adecuada.
La anterior parece una reflexión “simple”, pero tiene mucho sentido.
¿Por qué?
Porque por más asfixiante que sea el problema, todo tiene su tiempo y jamás durará más ni menos de lo que corresponde.
Es cierto que todos, en alguna ocasión, nos encontramos con angustias que no podemos resolver de una; pero no por eso nos vamos a echar a morir.
¿Qué hacer?
¿Darnos cabezazos contra la pared? Eso sería absurdo, entre otras cosas porque el muro no se moverá y, en cambio, sí resultaremos descalabrados.
Ha de saber que cuanto más grande es el caos, más cerca está la solución; así no la veamos.
Antes de enfrentar los ‘problemas’, la persona debería dar tres vueltas por su propia casa, por el barrio o incluso por aquellos sitios que le llenan de paz tales como: un templo, una zona campestre, un jardín, en fin... Esto le ayudará a sentirse con más calma y le permitirá repensar el problema para buscar una solución adecuada.
¡TOME LAS COSAS CON CALMA!
A veces vivimos días terribles. Cuando ellos llegan, la frustración surge porque no sabemos a quién acudir y, al mismo tiempo, nos invade una sensación de amargura.
En esos casos es indispensable, en primer lugar, alejarse del drama y ver las cosas con entereza.
¡No intente pelear contra el mundo por lo que le pasa!
Todas las tentativas de maldecir por lo que le está ocurriendo son formas de resistencia que, de manera desafortunada, intensificarán sus problemas. Cada partícula de rechazo requerirá de la misma cantidad de energía para superarla. Así que, nada de llorar como una ‘Magdalena’.
Cuando usted fija su problema en todo lo que sufre, en todo lo “injusto” que es la vida para usted, se desgasta.
Si afronta uno de esos momentos en los que siente unas ganas profundas de acabar con todo, primero tómese un tiempo para respirar.
La clave está en no dejarse llevar por el tedio, pues siempre hay tiempo para reiniciar.
En esos casos es indispensable, en primer lugar, alejarse del drama y ver las cosas con entereza.
¡No intente pelear contra el mundo por lo que le pasa!
Todas las tentativas de maldecir por lo que le está ocurriendo son formas de resistencia que, de manera desafortunada, intensificarán sus problemas. Cada partícula de rechazo requerirá de la misma cantidad de energía para superarla. Así que, nada de llorar como una ‘Magdalena’.
Cuando usted fija su problema en todo lo que sufre, en todo lo “injusto” que es la vida para usted, se desgasta.
Si afronta uno de esos momentos en los que siente unas ganas profundas de acabar con todo, primero tómese un tiempo para respirar.
La clave está en no dejarse llevar por el tedio, pues siempre hay tiempo para reiniciar.
Deje la quejadera, enfrente su vida
Tres cosas no hay que hacer nunca cuando tropezamos y algo nos sale mal: refunfuñar, desanimarse o dejar de luchar. Hay que utilizar la cabeza y aprovechar los errores para crecer. No se deje dominar por la tristeza porque ella no trae bienes, sino males. Muchas victorias pueden venir después de una derrota.

Todo lo que nos sucede se da porque nosotros permitimos que ocurra; lo que pasa es que nos hacemos los ciegos e inventamos ‘culpables’ que permitan justificar lo que afrontamos.
Habría que recordar la vieja frase que nos enseñaron los abuelos: “seamos responsables de nuestras acciones”.
Habría que recordar la vieja frase que nos enseñaron los abuelos: “seamos responsables de nuestras acciones”.
Y así como no debemos amargarnos por nuestros fracasos, tampoco se los debemos cargar a otras personas. Cada experiencia mala, así suene extraño decirlo, es valiosa.
¿Por qué?
Porque la adversidad de alguna forma nos permite crecer. Si le sacáramos provecho y entendiéramos que todo hace parte de un aprendizaje, comprenderíamos que todo es ganancia.
Échele cabeza a algo “malo” que le haya ocurrido y analice que, más allá del sufrimiento, de todo eso quedó algo “bueno”. Gracias a eso que pasó, usted hoy está mejor o, tal vez, tuvo conciencia de algo que le frenaba su vida.
Usted reflexionará que puede resultar fácil leer el mensaje de esta página; pero que otra cosa muy distinta es llevarlo a la práctica.
Podríamos replicarle que, ante las circunstancia adversas, lo que podemos cambiar es la forma de ver las vicisitudes. Cuando sentimos que algo se nos escapa de nuestro control, debemos asumir una actitud distinta y encontrarles sentido a los acontecimientos que la vida nos regala.
¡No! no es que nos debamos resignar a sufrir o a perder. Lo que queremos decir es que, por dura que sea una crisis, la clave siempre consistirá en alinearse y predisponerse a enfrentarla para poder obtener lo mejor que ese problema nos va a dejar.
Mejor dicho: cada intento de nuestras vidas es un éxito. Porque cada esfuerzo produce la victoria y las mismas ganas de hacer las cosas no son menos honrosas que el triunfo mismo.
Todo esto se logra solamente cuando somos capaces de mantener nuestro enfoque, en su lado positivo. Cuando ocurre lo contrario, percibimos de manera reiterada que es el fin y creamos la correspondencia exacta para caer en el desánimo.
Dejemos de culpar a los demás por nuestros errores y decisiones; aceptemos que no somos perfectos y que el mejor camino para aprender consiste en asumir la responsabilidad de nuestros actos.
Fragmento tomado de: http://www.elliberal.com.co/liberal/vida-y-estilo/espiritualidad/106089-deje-la-quejadera-enfrente-la-vida
Autor: EUCLIDES ARDILA RUEDA
Todo es posible, sólo debe creerlo
Su pensamiento es una de las herramientas más poderosas que tiene a su disposición para triunfar o fracasar, crear o destruir, facilitar o dificultar las tareas que le corresponde asumir.

Usted tiene lo que se merece. Cada cosa que le ha ocurrido, lo que ha obtenido hasta el momento e incluso los estados anímicos por los que atraviesa se dan porque usted ha hecho todo lo posible para que así se den las cosas.
Su vida es siempre el resultado de los pensamientos que tenga acerca de ella. Así como piensa que es su mundo, así transcurre.
Su vida es siempre el resultado de los pensamientos que tenga acerca de ella. Así como piensa que es su mundo, así transcurre.
La mente es como un imán que atrae energías. Por eso siempre se obtiene lo que se crea. Y eso funciona para bien o para mal: si siente que va a fracasar, eso le ocurrirá; si está triste y decide sentirse así, nada le robará una sonrisa.
Suele ocurrir que no se tienen objetivos claros, no se está seguro de lo que se quiere hacer y, en consecuencia, las cosas se vuelven confusas.
Si usted se confunde, se distrae. Lo más grave es que su cerebro, como si se tratara de una gigante fotocopiadora, reproduce todo lo enredado que está su vida en problemas y en angustias que, en el mayor número de los casos, no deberían tener la trascendencia que se les dan.
Ahora bien, sólo hay una manera de modificar todo este caos: tiene que cambiar sus pensamientos sobre las cosas que le afectan.
La manera de reducir el dolor que usted asocia con las experiencias y los acontecimientos de la tierra, consiste en alterar el modo de percibir lo que pasa en su entorno.
Cuando tenga un pensamiento que no cuadre con su más alta visión, cámbielo por otro nuevo; ojalá de manera inmediata. Y si dice algo que no se ajusta a su forma de ser, tome nota de no volver a decir de nuevo nada semejante.
De igual forma, cuando asuma una actitud necia, que sólo le deja sinsabores y malos ratos, decida que ésa será la última vez que se comporta de semejante manera.
El alma concibe, la mente crea y el cuerpo experimenta; es una fórmula casi que exacta.
Aquello que más tema es lo que experimentará y, por ende será lo que más lo atormentará. Eso le ocurre, por citar sólo un ejemplo, a una persona celosa: si cree que va a ser víctima de una infidelidad por parte de su pareja, el temor por la posible traición se convertirá en realidad. Y lo peor es que quien es celoso, al final termina perdiendo lo que más quiere.
¿Sabe algo? es usted, y nadie más que usted, quien puede cambiar estas tendencias y elecciones negativas. Si lo hace, tomará una decisión inteligente y práctica que le permitirá liberarse de todos esos pensamientos sombríos y nefastos y, por supuesto, de sus nocivos efectos.
Fragmento tomado de: http://www.vanguardia.com/vida-y-estilo/espiritualidad/129810-todo-es-posible-solo-debe-creerlo
Autor: EUCLIDES ARDILA RUEDA.